La entrada de hoy tiene como
finalidad que juntos aprendamos cómo afrontar una preocupación, encontrar
estrategias para dejar de preocuparnos por aquello que en algún momento nos
priva de la felicidad y nos paraliza para llevar adelante una vida plena y
satisfactoria. Para ello me he servido del libro de Wayne W. Dyer titulado Tus
zonas erróneas
, un libro que desde este
momento os recomiendo, pero que
intentare reflejar en estas líneas qué trucos propone Wayne W. Dyer para dejar
atrás cualquier preocupación y empezar a vivir la vida con total plenitud.

Acerca de la preocupación.
¿Para qué
sirve estar preocupado?
En mi opinión me parece una pregunta
que deberíamos hacernos cada vez que experimentamos algún tipo de preocupación,
porque ello nos puede ayudar a tener una perspectiva de aquello que por una u
otra razón nos angustia.
Hay personas que en esta vida deciden
libremente vivir en un estado de preocupación permanente. No pueden evitarlo. Y
es una auténtica lástima porque cada una de sus preocupaciones no hacen más que
restarles libertad y felicidad.
Wayne W. Dyer en su libro Tus zonas erróneas
v:shapes="_x0000_i1026"> define la preocupación de la siguiente
manera:

Sentimiento
que te inmoviliza en el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el
futuro.
Tener una preocupación no debe
confundirse con hacer planes para el futuro; el síntoma principal de la
preocupación es que se trata de un
sentimiento paralizante, que inmoviliza a las personas en el presente por algo
que sucederá en un futuro.
Lamentablemente, la sociedad en la que vivimos se esfuerza
para que vivamos en un estado de preocupación constante, alimentando miedos e
inseguridades, para luego vendérnosla en forma de productos y servicios.
Para Wayne W. Dyer la
preocupación se ha convertido en un mal endémico en esta sociedad. Ha llegado
un punto en que muchas personas dejan de vivir el presente porque están atormentadas
por un futuro que creen inamovible.
Otro de los grandes inconvenientes
que supone estar preocupado es que en muchas ocasiones la preocupación por la
que pasamos es una preocupación sobre la que no tenemos el más mínimo control.
¿Qué tipo de preocupaciones
tienen las personas?
Wayne W. Dyer realizó un
interesantísimo estudio en el que pidió a un grupo considerable de personas que
dijeran cuáles eran sus principales preocupaciones. El resultado fue realmente
sorprendente porque muchas de las preocupaciones eran las mismas o casi las
mismas en una cantidad considerable de personas.
Aquí tienes algunas de las
preocupaciones más comunes y entre paréntesis cómo la gente se esfuerza
en justificar todas y cada una de ellas:
Los hijos (¡Qué padres no se preocupan por sus
hijos!, ¿verdad? Si no, ¿qué clase de padres seríamos?)
La salud (Si no me preocupara por mi salud
podría morir)
La muerte (La muerte preocupa a todos porque
nadie quiere morirse)
El trabajo (Si no me preocupo por mi trabajo,
corro el riesgo de perderlo)
La
felicidad (Me
preocupa no poder ser feliz)
El hacer
las cosas bien (Me
preocupa hacer las cosas bien)
Los
precios (Tengo que
preocuparme de si los precios suben o bajan)
Los
accidentes (Tengo que
preocuparme por si ocurre algún accidente)
Lo que
piensan los demás (Me
preocupa lo que piensan los demás de mí)
El dinero (Me preocupa quedarme sin dinero)
La
meteorología (Me
preocupa que haga una meteorología adversa)
Envejecer (Me preocupa envejecer y que otras
personas deban ocuparse de mí)
La
relación con su pareja (Me preocupa que mi relación con mi pareja pueda ir
mal)
…
Si has leído tanto las preocupaciones
como las justificaciones, te habrás dado cuenta de que la sociedad en la que
vives está más que interesada en que vivas en un estado de preocupación
permanente.
Entonces, ¿cuál es la
solución?
Según Wayne W. Dyer para
eliminar la preocupación es necesario comprender la razón que la respalda. Es
más, Wayne W. Dyer hace una interesantísimo distinción entre culpa y preocupación:
La culpa
está enfocada al pasado.
La
preocupación se centra en el futuro.
Estrategias para aprender a superar el estado de preocupación.
Empieza a vivir el presente de forma
consciente.
Reconoce lo absurdo de la preocupación,
es decir, pregúntate qué conseguirás cambiar de algo que te preocupa.
Reduce al máximo los tiempos de
preocupación. Establece durante el día dos momentos de, aproximadamente, diez
minutos para preocuparte y luego sigue viviendo de manera consciente el
presente. Ve paulatinamente reduciendo estos tiempos.
Anota las preocupaciones de ayer, de
la semana pasada y del año pasado. A continuación examina detenidamente si tus
preocupaciones hicieron algo por ti. Así te darás cuenta de que las preocupaciones
son una actividad inútil y vana.
Aborda tus miedos con pensamientos y
comportamientos productivos, es decir, planta cara a lo que te angustia para
que así consigas hacerla desaparecer.
Acepta la incertidumbre como algo que
forma parte de tu vida.
Pregúntate qué es lo peor que te
puede pasar a ti y qué posibilidades hay de que ocurran. Si partes de tu propia
experiencia te darás cuenta de lo absurdo de estas preguntas
La
preocupación como freno de la vida presente. A modo de conclusión.
El gran peligro que corremos es
pensar constantemente en el futuro sin tener conciencia de que te estamos
perdiendo el presente. La preocupación es
un ladrón del tiempo, de un tiempo presente que se nos escapa de las manos.
Como dice Dyer: “No hay otro momento en el que no sea posible vivir más que el presente“.
Con estas líneas, espero que juntos podamos reflexionar sobre cómo afrontar una
preocupación y, sobre todo, como una preocupación es la verdadera causante de
que no puedas vivir el presente en su máxima conciencia y absoluta plenitud.
Diana Méndez Diez
*imágenes tomadas de Internet
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